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Mostrando entradas de agosto, 2019

LA RESIGNACIÓN

          Yoshiro Konoye tuvo aquella mañana de agosto una extraña premonición, y decidió meter en su carromato lo poco que le quedaba después de varias huidas precipitadas cada vez que sentía esa sensación opresiva en el estómago. Esperó a que su hija Tamiko llegara del mercado para decírselo, pensando además en que los pocos yens que la niña hubiese obtenido por las pequeñas porcelanas, servirían para subsistir durante el camino.                     Cuando a medio día llegó Tamiko y le entregó el manojo de billetes mientras buscaba donde colocar el atado de porcelanas no vendidas, pensó que era mala esa guerra que impedía a la gente adquirir las diminutas artesanías por estar pendiente de los refugios subterráneos las diez o doce veces que todos los días sonaba la alarma de bombardeo. La niña miró el rostro impasible de su padre y, después de tomar la ración de arroz y el té claro, se dispuso a terminar de empacar lo que aún quedaba por fuera de las cajas. El viejo Yos