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Mostrando entradas de junio, 2022

UNA TARDE, UN TRONCO, UNA PLAYA DESIERTA…

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Ninguno lo previó y mucho menos lo calculó. Pero el tronco estaba allí, sobre las arenas grises, como los restos de un naufragio. Pero no lo era; sí, un viejo y robusto tronco de ramas gruesas deshojadas por el tiempo y los vientos, traído a la orilla por las corrientes, llevado hasta el mar por alguno de los ríos que traían al mar el mensaje de la Sierra. Ni siquiera lo habían visto antes pues el sector norte de la Playa de Tonsupa, al norte de la casa-restaurante de don Evérgito, donde se comía el mejor ceviche de camarones de la zona, les era desconocido.                 Pero esa tarde, al anochecer, decidieron caminar antes de la cena hacia la punta de tierra que se adentraba en el mar como una pequeña península, para ver “qué había por allí”, aparte del pequeño aeropuerto privado, metros adelante del restaurante, y que pertenecía a un alto dirigente deportivo.                 “Debe de ser que el deporte produce mucha plata”, dijo ella como al desgaire. A lo que él contesto, “si es

RECUERDOS… 

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Un paseo trunco…                 Al sendero, estrecho y sinuoso, lo adornaban bambúes tiernos, moras de altura, yerbajos varios y oquedades donde quizá se guarecían en la noche los conejos. Pero era media mañana y el sol brillaba pero no hería. Le pedí que fuera adelante. Quería mirarla. Y recordé, mientras eludía una piedra, a la Lujanera dibujada por Borges: “Mirarla no daba sueño”.                 El camino trepó un poco más. A la izquierda, un pequeño puente de madera ofrecía barandal para un corto descanso, y el reducido pero bello paisaje de un riachuelo que brillaba al sol a lampos intermitentes. Pasé por su lado y crucé a la orilla opuesta. Ella se quedó allí, acodada en el barandal, mirando el agua. Le pregunté si podía tomarle unas fotos. Me miró lenta, y asintió. Hizo dos o tres poses de foto, mirando divertida al río –algo ya tramaba su ingenua espontaneidad mientras sonreía– a mí, a las montañas cercanas que se se perfilaban arriba.                 Dudé si seguir obturando