Datos biográficos
Nací
el 11 de junio de 1942 en un cruce de caminos llamado tautológicamente “El
Crucero”, en la ruralía de Trujillo, uno de los más bellos pueblos de la
provincia del Valle del Cauca (Colombia), tristemente azotado por la violencia
que sangra mi país desde que tengo memoria.
Gracias a la ubicación
geográfica de mi primer berrido, jamás he podido saber de dónde vengo ni para
donde voy. Simplemente camino. Esos caminos azarosos me condujeron al
periodismo desde los catorce años, cuando me dediqué a coleccionar enemigos
desde las páginas precarias de un periodiquillo que publiqué en mi pueblo
–“Ventana” se llamaba–, por donde me asomaba a los hechos cotidianos locales, y
a otros más lejanos que llegaban en forma de ondas de radio o chismes
de parroquia. Ya había pasado por los primeros cómics, por Marcial Lafuente
Estefanía y Corin Tellado, por Marck Twain y Emilio Salgari, y ya había
decidido que me entusiasmaba más el atembado y tímido Clark Kent, que el
excesivo perdonavidas de Superman.
Lo demás fue coser y cantar: estudios
normales, una carrera inacabada de Administración de Empresas antes de los 25
años para defenderme en la vida, otra, forzosamente suspendida, de Filosofía y
Letras para encontrarle sentido a la misma, ambas en la Universidad del Valle,
en Cali (Colombia), y otro intento de grado en Pedagogía y Letras en la U.
Católica de Quito, que tampoco finalicé. Curioso de todo, creo que la manía de
estudiar e investigar sin meta establecida, me ha impedido graduarme en algo. No
me lamento…
Mientras, el trabajo en entidades
bancarias e industriales durante quince años, mezclado con un periodismo
marginal que me mantuviera vivo.
Y, a partir de 1974, el periodismo de
veras con gentes de la valía de Daniel Samper Pizano, Fernando Garavito, Henry
Holguín y Fernán Martínez, entre otros, en el diario El Pueblo, de Cali. Allí
trabajé como Asistente de la Dirección y Columnista con seudónimo (ENTRELINEAS, por Yuri Castel) y cronista ocasional. Y allí reanudé la vieja costumbre de
coleccionar enemigos, de manera que hacia 1975 un inicuo Estatuto de Seguridad
Nacional y el “honor militar” de un Comandante de la Tercera Brigada, ofendido por un artículo sobre corrupción castrense, aparte
de alguna otra metida de pata de la que todavía no me acabo de arrepentir, me
trajeron al Ecuador.
En llegando a este país, que me acogió con afecto, aproveché una carta de recomendación de un
político importante y me vinculé a una Empresa Industrial como Asistente de
Gerencia. Duré poco porque me ofrecieron Editar una Revista para un
conglomerado de industriales madereros, El Maderero, y volví al Periodismo por
esa puerta falsa hasta cuando, en 1980, me llamaron de la recién fundada
Revista Diners del Ecuador, como periodista y diseñador… Me integré como
tal sin relación laboral sino independiente, y en ella escribí Crónicas de
viajes, históricas, deportivas, científicas, etc., entrevistas, crítica de
cine, alguna ocasional nota de humor, y lo que se presentara según los
requerimientos de la Revista. Esta relación laboral, que siempre consideré una
especie de Concubinato Periodístico y por eso mismo duró más de 3 décadas, se
mantuvo desde 1981 hasta 2014, cuando la política dañó el Acuerdo Informal y me
separé, creo que en buenos términos, de los Editores.
Casi la mismo tiempo pero
desde 1994 hasta 2014, escribí dominicalmente una Columna de Opinión para el
Dairio HOY, de Quito (ENTRELINEAS), que se mantuvo también hasta 2014, cuando,
igualmente por cosas de la Política, el Diario HOY cerró.
Y, desde 2002 hasta el
mismo fatídico año, fundé, investigué, diseñé y publiqué a pulso y sin ayuda,
una Revista Cultural, EL BÚHO, que se mantuvo por 41 ediciones trimestrales,
hasta su muerte por anemia financiera en mayo de 2014.
Tanto los trabajos
variopintos en la Revista Diners como las columnas de Opinión en el Diario EL
PUEBLO y en el diario HOY, constan en mis archivos, organizados en forma de
libros de futura cuanto hipotética publicación: Aproximaciones y Lecturas,
Crónicas de aquí y allá, Dos países a pie, Entre lo agrio y lo ácido, Entrelíneas
y O(s)piniones, El fútbol, esa pasión confesable, Por los caminos del Cine, Los
ídolos del Pueblo (música, compositores y cantantes populares de América
Latina).
Aparte de ello, por ahí
están publicados varios cuentos en la revista El Cuento, de México, en los
suplementos culturales de El Pueblo, de Cali, El Comercio y la revista Diners,
de Quito, etc. Uno de ellos fue segundo en un remoto concurso iberoamericano,
otro ganó un certamen nacional en Colombia, y hay otros desperdigados en
publicaciones varias, e inéditos; entre todos, forman un volumen que cualquier
día saldrá de alguna editorial. ¡Ah!, también una de las entrevistas, “Un Cura
vasco entre los Aucas”, publicada en la Revista Diners, ganó el Primer Premio
de Entrevista en el Concurso Jorge Mantilla Ortega de Periodismo, del Diario El
Comercio, de Quito, en 2000. Fue la primera y única vez que participé en un
Concurso de Periodismo. Quizás me asustó ganar…
Olvidaba que en 2008
recopilé algunos de los textos, una especie de salpicón preiodístico, y
publiqué por mi cuenta Cróncias y Relatos, del que se vendieron los 1.500
ejemplares que edité.
También existe una larga
novela no escrita pero imaginada, anotada, construida y modificada por espacio de 50
años. Y algunos textos Políticos que tal vez merezcan ser libro, pero no estoy
seguro. Demasiado zurdos…
Aquí sigo después de 76 años calendarios y 50 laborales.
Hoy mantengo la costumbre de indagar sobre lo
humano y lo divino, y escribo para un blog que “anda por ahí”, y para mi Muro
de Facebook, que suelo frecuentar día tras día.
Eso es todo. Por ahora
porque los caminos siguen cruzándose.
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