Reflexión virútica… 

ENTRE EL TERROR, LA IGNORANCIA Y EL COVID-19…

         La ignorancia y el terror, su consecuencia inmediata, degradan a la humanidad hasta los límites del inconsciencia colectiva o del patético ridículo. Y la pandemia llamada COIV-19, se ha convertido en el escenario para ello: para la ignorancia y el terror, para la inconsciencia y el ridículo. Vamos por partes, como Jack el Destripador…

         El Coronavirus, surgido de manera natural por la invasión del ser humano a espacios propios de los animales irracionales con una biología y un metabolismo distintos de los nuestros, y nuestra interrelación forzada con ellos, han no solamente paralizado al mundo en 4 meses, sino que lo han cubierto con un novísimo manto de terror, inédito hasta hoy por su carácter planetario. La gente en general tiene un Miedo explicable y racional, cercano al terror, irracional por ignorancia, de aquello a lo que se enfrenta: no sabemos qué es ni cómo funciona en nuestro organismo ni si tiene cura inmediata, lejana o ninguna, y nos tendremos que acomodar evolutivamente a su existencia presente y futura. Como con la gripe o la gota.

         Salgo a veces a caminar por la parte más alta de San Isidro del Inca, donde se respira –desde hace meses más aún por la falta de transporte y la inactividad ciudadana– un aire realmente limpio y puro. Es decir, el aire que el virus no soporta porque tiene un alto nivel de oxígeno, su enemigo mortal. Aparte de que el virus COVID–19, no tiene alas ni vuela. NO se trasmite por aire como otros virus que controlamos algo mejor. SOLO se trasmite por las lágrimas, la respiración cercana o la saliva.

Sin embargo, por terror irracional y por ignorancia, veo gente caminando sola, al otro lado de la calle, con mascarilla cubriendo nariz y boca. Algunos con el ridículo traje de astronautas que el negocio de la moda y el esnobismo, se ingeniaron fabricar para “protegernos” de lo que no tiene cuerpo físico contaminante cercano: pero se puso de moda la imagen de algo así como los Yuri Gagarin o los Neil Armstrong para imbéciles… PATÉTICAMENTE RIDÍCULOS…

Con el agravante de que el enmascarillado que camina solitario y sin peligro por la vereda lejana, está respirando su propio subproducto resultante de la respiración normal, pues que inhala lo mismo que exhala: Dióxido de carbono. El detritus de sus propios pulmones, cuya excesiva presencia al faltar la ventilación, merma el oxigeno del aire que inspira. Con lo cual su "remedio" se convierte en su veneno: monóxido de carbono. ¿Eso es “protegerse"? ¿De que? ¿de que el ángel de la guarda de pronto esté contaminado y le trasmita el virus cuando le sopla en la oreja?

Igual ocurre con el solitario conductor de auto privado: va solemne y preocupa/terrorizado en su auto, con las ventanillas cerradas y mascarilla en la cara. O sea, respirando lo mismo del caminante, su propia contaminación, más la de los gases del auto que se cuelan hacia la cabina por cualquier orificio.

Todo esto se podría evitar, para no caer en el patetismo del terror y el ridículo social, SI HUBIERA UN GOBIERNO EFICIENTE, INTELIGENTE Y PENSANTE QUE INFORMARA AL PÚBLICO DE LAS MEJORES MANERAS DE CUIDARSE DEL VIRUS COVID-19, QUE NO VUELA… NI SE TRASMITE POR LA ATMÓSFERA.

O si en ausencia de un gobierno de esas características, como es nuestro caso, HUBIERA MEDIOS DE INFORMACIÓN PERIODÍSTICOS, no apenas Medios Basura que comunican idioteces presidenciales o manipulaciones falaces.

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