Rusia, fútbol, fake News… e historia


Posiblemente no descubrimos a Rusia hasta el Mundial de fútbol del año pasado. Nos la tenían escondida las Fake News de los Medios Occidentales de Comunicación, con aquello de que el Comunismo era el infierno y Stalin el demonio. “Olvidando” voluntariamente y haciendo olvidar a las masas manipuladas por la desinformación, que fue la Revolución de Octubre de 1917 y el Régimen stalinista subsiguiente, con todos sus inocultables excesos, lo que convirtió a una nación pobre y atrasada científicamente, en apenas en 30 años, en una potencia mundial que puso por primera vez un satélite en el espacio, el Sputnik en 1957, y se convirtió para el Imperio norteamericano en un rival de cuidado que no se asustó con el mensaje terrorista de las dos bombas atómicas sobre Japón al finalizar la guerra.
Y no es que las Fake News sean un invento de la Comunicación contemporánea o de las Redes Sociales. Esta época globalizadora y la planetarización virtual de los medios, solo han sido su cúlmen y su difusión ilimitada. Pero vienen de muy atrás. Desde los inicios del Periodismo. Julio César ordenaba mentir a los primeros periódicos de noticias que la historia registra, El Acta Diurna y el Acta Senatus, y beneficiarse frente a la opinión pública romana.
Para no mencionar tiempos más cercanos como los que transcurrían hace poco más de 100 años cuando uno de los magnates creadores del periodismo moderno, William Randolph Hearst, le ayudó al Presidente Mc Kinley a fines del Siglo XIX a intervenir en la guerra de independencia de Cuba, mintiendo sobre el hundimiento del Acorazado Maine en 1898 para entrar en la guerra contra el último reducto del Imperio español en América, y apoderarse de la Isla.
La historia y el cine, Ciudadano Kane, de Orson Wells, recogen la frase con que los periódicos de Hearst indujeron a Mc Kinley a intervenir en Cuba, alejar a España y adueñarse de la Isla, Enmienda Platt mediante, hasta 1934, y con sus títeres subsiguientes hasta la entrada de Fidel Castro en La Habana en la noche vieja de 1958. La frase, histórica porque entre otras cosas les dio Carta de Naturaleza a las Fake News, es la que dijo el magnate a su fotógrafo en Cuba: “Ponga usted las fotos que ya pondré yo la guerra”.
Esta digresión histórica para situar la moderna Rusia en el panorama mundial, a despecho de las fake News que sobre la URSS (entonces) proliferaban en los medios de comunicación de Occidente, sobre todo en los de América, teledirigidos por la Gran Prensa de los EEUU, desde siempre ejemplo y guía de nuestro periodismo. A veces, pocas, para bien.
Porque se necesitó un Mundial de Fútbol para que se destruyera del todo el tinglado de falsedades que los medios americanos construyeron sobre la Rusia Soviética desde fines de la Segunda Guerra y el inicio de la Guerra Fría. Aún recuerdo que por años, no sé si hoy lo haga contra Rusia, la revista Selecciones publicaba un mes sí y otro también un artículo contra la Unión Soviética, contra el comunismo, contra sus dirigentes o contra cualquier cosa que diera del vasto imperio soviético una imagen positiva. Todo el periodismo occidental, tarde o temprano, desembocaba en la cárcel de Lubianka, los Gulags de Siberia y la dictatorial Nomeklatura soviética.
Pero llegó el fútbol y las cosas en la moderna Rusia post Muro de Berlín, se clarificaron. Resultó que los niños no eran arrancados de los brazos de las madres para educarlos el Estado, descubrimos que ese país atrasado era una potencia económica, científica, deportiva y social, aprendimos que sus dirigentes, quizá Mijail Gorachov, seguramente Vladimir Putin, han sido verdaderos Estadistas a los que preocupaba, no adueñarse del mundo sembrando el planeta de bases militares, sino apoyando regímenes libertarios e independentistas que luchan por sacudirse de las garras del águila imperial norteamericana. Como ayer Cuba, hoy Venezuela en el Patio Trasero, aunque con reticencias y sin provocar demasiado al Imperio.
Millones de turistas y aficionados al fútbol, se desparramaron durante más de un mes por las 11 Sedes mundialistas ubicadas desde el extremo occidental de Kaliningrado y San Petersburgo al norte, Sochi y Volvogrado al sur, hasta las vertientes orientales de los Urales en Ekaterimburgo y las orillas del mar Negro en Samara.
Y todos pudimos observar, los medios “descubrir” y las Redes Sociales difundir, un país ultra moderno, con una arquitectura de avanzada, un arte creativo, una población educada y culta y paisajes rurales y urbanos tan hermosos como desconocidos para la clientela occidental de los Mass Media, ya no antisoviéticos pero sí plagados de noticias falsas y análisis acomodaticios prefabricados por las grandes corporaciones mediáticas en poder del Poder Financiero mundial.
La Gran Fábrica de Fake News que el público latinoamericano se traga sin masticar… La que esconde o minimiza los hechos positivos donde no conviene que se conozcan como en Cuba, Bolivia o Venezuela, y elimina los negativos que propician o fabrican los gobiernos afines al Imperio como en Brasil, Argentina, Colombia. O en Rusia todavía, aunque con mayor cuidado: ya no tienen el monopolio de las noticias.

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