PRINCIPIO ÉTICO Y HUMANO y REFLEXION OCIOSA

PRINCIPIO ÉTICO Y HUMANO

El ser Humano no llegó tarde a la Tierra en el camino de la Evolución, por casualidad ni por azar. Llegó tarde para que encontrara la Naturaleza propicia. Ella es Sabia y la Evolución es lenta. Llegar seres vivos pero inanimados como las plantas, tomó millones de años. Llegar seres animados pero irracionales, tardó más tiempo. Llegar seres con conciencia e inteligencia, tomó millones más. Aproximadamente 14.000'990.000 millones de años. No tenemos aquí más de cerca de 10 millones de años, contando desde los primeros homínidos. Una brizna en el tiempo del Universo.
De modo que, eventualmente, no llegamos sólo a trabajar y producir y mucho menos para que una mínima minoría viva rebien y el resto remal.
Lo cual quiere decir que ese ser humano con inteligencia y conciencia de sí mismo, o sea con ética y estética, vino a trabajar para Vivir, no a Vivir para Trabajar,
Él mismo, nosotros mismos, construimos culturas en cada reducto donde nos asentamos: Arquitectura primero, arte, literatura, poesía, cine, teatro, fotografía, etc, ¿Para qué? Para reproducir y dejar para nosotros mismos y para futuros habitantes, todo lo bello, además de útil, que ESE ser humano encontró, copió reprodujo, modifico o creó, porque es capaz de realizarlo.
Es un verdadero desperdicio que haya una inmensa mayoría de gente, un 90% al menos de los siete mil millones de seres que somos este rato en el Mundo, que nunca hayan visto ni admirado los zigurats del Medio Oriente, ni las Pagodas y templos del oriente extremo, ni las Pirámides egipcias y mayas, ni las construcciones y caminos incas, ni las catedrales europeas, ni los rascacielos gringos y de los emiratos del moderno oriente ostentoso.
Y mucho más desperdicio, desconocer las bellezas naturales del Planeta: la intrincada y maravillosa selva amazónica, los Grandes Cañones que han horadado los ríos en millones de años, las montañas del Himalaya, tan majestuosas y bellas como las de los Andes y los Alpes, Yellowstone y Yosemite, el Sahara y las Cataratas de Iguazú o las Victoria, ni vislumbrado los misterios de la Antártida (hay investigaciones que hablan de una floresta tropical bajo el hielo que la cubre), en fin: Es un desperdicio criminal que el ser humano no pueda conocer, por mezquina e injusta falta de recursos que debería proporcionarle su trabajo, lo que ha hecho la naturaleza para nosotros y sus congéneres..
Porque la Naturaleza construyó en millones de años todas esas maravillas, para nosotros. ¿Para quién más? ¿Para que se solacen con ellas dioses egoístas solamente? ¿Para que las visiten y admiren apenas los pocos millonarios del mundo, la mayoría de los cuales ni las conocen ni les interesa porque están muy ocupados acumulando lo que no se podrán llevar? No, para todos nosotros, que tenemos derecho a conocerlas y admirarlas.
En el próximo post, no empujen, la manera como lo podremos hacer, pero adelanto el concepto:
Aprovechando la pandemia actual para cambiar nuestro modo absurdo de vivir. Ya diré cómo empezamos… Sólo serán un par de ideas entre muchas que ya circulan.



“Trabajar Cansa”*… y mata…

         Si bien la frase de Fernando Pesoa (*) puede parecer una boutade, la idea de que trabajar, como todo en exceso, puede matar, lo corroboran la estadísticas japonesas donde el trabajo es casi una religión. Y en donde la muerte por exceso de trabajo hasta tiene su propio vocablo: karoshi. Dolencia que causa males cardíacos, derrames cerebrales y hasta suicidios por estrés derivado de la presión laboral.
         Y si nos  atenemos a la creatividad musical, nuestra música caribeña en la voz del Negrito del Batei, Alberto Beltrán, ya cantó hace una punta de años que “El trabajo lo hizo dios como castigo”. No era original: “ganarás el pan con el sudor de tu frente”, disque le dijo dios a Adán cuando lo expulsó del Paraíso como a cualquier migrante indocumentado.
         El punto es que el trabajo, una necesidad para poder sobrevivir, cuando se vuelve una carga injusta e insoportable puede matar al trabajador mientras su producto enriquece al patrón. La Revolución Industrial en Inglaterra, que tuvo su origen en las hilanderías de Manchester, lo dejó bien fijado en las estadística: 16 horas de trabajo diario los 7 días de la semana. Para todos: hombre, mujeres y niños, aunque a estos se les consideraba un poco: solo 14 horas… Lo hace constar la literatura en las obras de Charles Dickens. Oliver Twist, por ejemplo.
         Algunas páginas de la Tía Wiki informan que poco a poco el horario de trabajo se fue reduciendo por unas u otras razones que no vienen a cuento, hasta quedar en 8 horas diarias por decisión del industrial Robert Owen, preocupado por el cansancio evidente de sus obreros en sus fábricas de Lanark, Escocia, cansancio que, obvio, disminuía su productividad. Así que fijó 8 horas de trabajo para sus obreros, en 1810. Por cierto, lección que se puede transpolar al salario y debería persuadir nuestros Grandes Empresarios Capitalistas de que, así como el obrero cansado trabaja poco y mal, el trabajador con hambre debido a un mal salario, trabaja peor. Y se ahorrarían no solo enfermedades laborales sino huelgas, paros, revoluciones y hasta desfalcos por necesidad.
         Pero la información es incorrecta por nada menos que 217 años. La jornada de 8 horas de trabajo tuvo un origen bastante más antiguo… y no en industriosa Inglaterra sino en la perezosa España de Felipe II, quien mediante un Edicto Real de 1593 dictaminó que: «Todos los obreros de las fortificaciones y las fábricas trabajarán ocho horas al día, cuatro por la mañana y cuatro por la tarde; las horas serán distribuidas por los ingenieros según el tiempo más conveniente, para evitar a los obreros el ardor del sol y permitirles el cuidar de su salud y su conservación, sin que falten a sus deberes». “Larga vida al Rey”, han debido exclamar los trabajadores el entonces Primer Imperio del Mundo. Desafortunadamente el ejemplo del Edicto de Felipe no fue contagioso, y hubo que esperar más de 2 siglos a que la jornada laboral del ser humano, se humanizara.
         Pero el trabajo, que es importante para vivir con dignidad si es pagado con dignidad, no es lo único importante para la especie humana. La instauración de las 8 horas laborables propició una división de la jornada diaria que entonces parecía lógica: 8 horas de trabajo, 8 horas de alimento y relax, 8 horas de sueño. Al parecer, este horario garantizaba la productividad del trabajador y la alegría de vivir del ser humano. Pero, ¿será?
         Hoy en los países Bajos y Nórdicos, donde han entendido que el trabajador también tiene otros intereses y que ellos, por cierto, promueven el consumo de bienes y servicios adicionales, han bajado la jornada de trabajo hasta 36 horas semanales. Recordemos que en Ecuador, por iniciativa, creo recordar, de Carlos Julio Arosemena, la jornada quedó en 40 horas semanales hace casi 4 décadas.
         Sin embargo, me queda la pregunta que motivó esta Reflexión: ¿Es trabajar, comer y dormir lo único que llena las necesidades del ser humano de hoy? No. El ser humano es más que sudor, hartazgo y pesadillas. Y tiene otras apetencias más allá de las meramente físicas, y que tienen que ver con esa Espiritualidad que los creyentes religiosos creen de su propiedad por el hecho de tener amigos imaginarios.
¿Dónde, aparte del descanso y el sueño, necesarios, quedan el ocio creativo, las inquietudes culturales, la cercanía con amigos y familiares, el contacto con la naturaleza y el mundo exterior a la casa y la fábrica o la oficina? Porque con la jornada 888, solo las horas de sueño pueden recortarse para atender estos otros requerimientos humanos. El trabajador necesita más que eso, tiene derecho a más que eso como ser humano con requerimientos distintos de la simple supervivencia.

En el mundo moderno, con la cercanía del trabajo a distancia o Teletrabajo, el humano podrá disponer de más horas libres para su uso particular. Pero para utilizarlas de manera inteligente y creativa, deberá tener reglamentado legalmente el uso de su tiempo diario. Para que o incurra en desfaces que lo perjudiquen en su trabajo ni en su vida personal y familiar. Debe saber con qué cuenta en términos de tiempo.
Así pues, me permito proponer, en lugar del ya insuficiente por deficitario 888, un racional y bien programado 6666/11-1. Que tendrá como resultado no solamente una mayor satisfacción vital para el trabajador, sino, seguramente, más tiempo para VIVIR.
Ahora bien, ¿Cómo distribuir y utilizar el 6666 y que significa el 11/1?
Hay fábricas e industrias que por fuerza no pueden parar de producir las 24 horas del día con su noche. Cierta maquinaria, por costosa, si se detiene produce lo que se llama Lucro Cesante. Por ello tienen jornadas nocturnas para sus trabajadores, en turnos fijos o rotatorios.
El día laboral de 24 horas de esas empresas podrían tener horarios de trabajo de seis horas por turno, y 4 turnos en las 24 horas: de 6am a 12m, de 12m a 6pm, de 6pm a 0 horas, y de 0 h a 6am.
Así, los trabajadores podrán elegir o aceptar la jornada de trabajo que corresponda, y utilizar mejor el resto del día o de la noche, sin perjudicar su descanso ni adelantar o postergar su alimentación. Ganaríamos todos.
¿Y qué es 11/1?
Las vacaciones de los trabajadores fueron otra lucha que no viene al caso historiar. Entiendo que hoy son pagadas como un Derecho dentro del tiempo laboral del año. Pero, ¿son suficientes 15 días ó 2 semanas? No. El trabajador bien merece por su esfuerzo del año, 4 semanas ó 30 días de vacaciones pagadas. Para que las disfrute solo con su familia de la mejor manera. Es un premio justo al esfuerzo anual para producir y enriquecer a su empresa. ¿O no?

RESUMEN:

6 horas para trabajar
6 horas para alimentarse y reponerse
6 horas para dormir y descansar
6 horas para disfrutar, culturizarse y crear.

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