UN DESCUIDO FAMILIAR… UN ALJIBE Y UNA VIRGEN…
No juraría si el hecho, en su azaroso dramatismo, se grabara en mi memoria como remoto pero indeleble recuerdo, o si su repetición familiar en los años sucesivos lo instalara en ella como tal. Lo cierto es que la nítida imagen ulterior no obedece apenas a la tradición familiar ni a los fugaces relámpagos de la memoria remota: está allí desde siempre. Me veo subiendo a gatas una larga escalera al final de la cual está la madre, menos con los brazos abiertos que con el gesto hosco dibujado por el susto, mientras mi parla de medialengua repite la pegajosa sílaba devota: ía, ía, ía… Otros elementos del relato los agregaron protagonistas y testigos o, ficcionales y aleatorios, los ha construido la memoria a lo largo de los años. El lector sabrá discernirlos. En todo caso, poco faltó para que aprendiera a bucear antes que a caminar. Pues caminé tarde y hablé tarde, quizá para tomar inicial impulso a mi destino de lenguaraz impenitente, y al hábito caminador que todavía me lleva por mont...